jueves, 5 de julio de 2012
Mirar hacia un@ mism@
La joven pareja acababa de mudarse a un nuevo apartamento. Entre cajas precintadas y muebles a medio montar todavía se hacía difícil notar la sensación de estar en casa. Una de aquellas mañanas, con el café en la mano y sin apartar la vista de la ventana Eulalia comentó en voz alta:
-“vaya…pobre mujer. No se ha dado cuenta de que ha tendido las sábanas sucias.”
Miraba con cara de preocupación al balcón de enfrente mientras pronunciaba esa frase y a sus espaldas Diego, su esposo, iba colocando algunas de las cosas que todavía se amontonaban.
Al día siguiente ya habían avanzado bastante trabajo, así que después de comer se permitieron una larga sobremesa comentando las cosas que iban descubriendo de aquel nuevo barrio. Sin haber colgado todavía las cortinas, Eulalia no pudo evitar volver a fijarse en aquel balcón, diciendo:
-“se le habrá estropeado la lavadora…o no sabrá ponerla, porque hoy también ha tendido la ropa sucia, mañana me acercaré a hablar con ella, a ver si la puedo ayudar, me da pena que no se dé cuenta…”
Llegó la mañana y, mientras disponían los últimos detalles de la casa el sol llenaba de luz cada rincón en el momento en que Eulalia terminaba de colocar las cortinas y daba un vistazo al edificio de enfrente:
-“¡Diego, mira, la ropa está limpia, qué bien, ya no tengo que decirle nada!”
A lo que él contestó:
-“Mi amor, no te había dicho que esta mañana me levanté temprano y limpié la ventana”.
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